Retomando

Vaya que este fue un “descanso” más prolongado de lo que yo esperaba cuando terminé la primera temporada de “En diez minutos o menos”, por eso quiero pedirles que me disculpen por la ausencia tan larga, pasaron cosas que me detuvieron durante demasiado tiempo para regresar al micrófono como me habría gustado.

Pero ya estamos aquí, y no lo niego, ha sido un camino difícil, un camino de año y medio que me hizo reflexionar en, como dice la canción, los caminos de la vida, que a la hora de la hora no son como yo pensaba ni como yo creía.

Supongo que tú que me escuchas también has pasado por mucho en este año y medio. Has tenido mucho tiempo para aprender, para ser feliz, para estar triste, para sufrir y para vivir; eso finalmente es de lo que se trata estar en este mundo, muchas caídas y tropiezos, levantarse cada vez que sea necesario, el disfrutar uno que otro triunfo que suele costar cada vez más, todo esto en medio de una rutina que en tantas ocasiones pesa más que una lápida.

Te entiendo, no es fácil seguir adelante, pero ¿te digo un secreto?, vale la pena, aun cuando pareciera que no, es en serio, dar un paso más siempre nos acerca a alcanzar nuestros objetivos y metas.

Estoy seguro que a lo largo de este año y medio viviste muchos cambios, quizás cambiaste de trabajo, o tal vez te graduaste de tus estudios, a lo mejor ya no vives en la misma ciudad, te alejaste o perdiste a algún ser querido o conseguiste nuevos amigos o colegas, también es posible que tengas una nueva pareja o estés soltero nuevamente, y es que en año y medio pueden pasar un montón de cosas, cosas agradables y cosas que no lo son, pero lo importante es que aquí seguimos para tener cada vez nuevas experiencias de todo tipo.

No es fácil, vaya que definitivamente no es fácil, es doloroso, es cansado, cada vez el ir cuesta arriba se vuelve más inclinado y las fuerzas se desvanecen más rápido, pero aún tenemos la oportunidad de llegar a la cima de esta montaña que se llama vida, aún, mientras tengas un aliento en tus pulmones puedes tener una oportunidad de alcanzar tu meta tan soñada y anhelada.

También es cierto que no siempre tenemos claro cuáles son nuestras motivaciones, otras veces perdemos el rumbo de nuestro objetivo, incluso podemos olvidar cuál era este, la mente suele jugarnos ese tipo de bromas crueles, le perdemos el gusto a las cosas que nos encantaban, sonreímos sin ganas y por compromiso, nos levantamos en automático de la cama, más por el fastidio del despertador que por el ánimo de alcanzar nuestras metas.

A veces pareciera que iniciamos con todo el entusiasmo y tan ligeros y, ahora con el paso de los años nos pusieron pesadas cadenas sujetas de los tobillos.

Es verdad, no somos tan jóvenes como antes, la vida se encargó de quitarnos entusiasmo, de mantener nuestros pies en la tierra cuando creíamos poder saltar tan alto como las nubes, y no fue delicada en traernos al piso, se encargó perfectamente de que el aterrizaje fuera de los pies a la cabeza.

No te voy a mentir, incluso en este punto me cuesta trabajo saber qué más te puedo decir, ¿cómo te puedo decir que sigas adelante cuando a mí me cuesta terriblemente el dar un paso más? Justamente por eso, porque tú que me estás escuchando te conviertes en mi motivo para seguir pronunciando una palabra más, una sílaba más.

Así tú, hay alguien que está cerca de ti para quien tu triunfo es importante, porque aunque muchas veces te sientas solo en una cruzada sin sentido, tu labor es importante y que logres alcanzar el triunfo en tu vida es esencial para alguien más, porque en este camino damos pasos que alguien más sigue, porque impulsamos a que otros sigan adelante así como somos impulsados por alguien más.

Tú lo puedes ver, mira en tu propia historia, en cada vez que alguien te ha dado las gracias por algo que para ti no era importante, en cada sonrisa sincera que te han dado, y es que somos muchas veces agotados por nuestra misma soberbia, queremos hacer grandes cosas, cosas espectaculares, grandes hazañas, pero para la mayoría de las personas, son los detalles pequeños los que realmente importan.

Esa vez que ayudaste a levantar sus cosas a esa persona que se le cayeron por ir cargando mucho o porque se le rompió la bolsa en la que cargaba sus compras. O quizás cuando le resolviste una duda a un compañero de tu escuela. También aquella ocasión en la que ayudaste a orientarse a quien no sabía dónde se encontraba una dirección. Todas esas cosas pequeñitas son las que las personas realmente agradecen, y esa sonrisa que te brindan de regreso, esa sonrisa de alivio se vuelve una maravillosa recompensa.

Es quizás como la sonrisa que brindan los niños a sus padres cuando estos les obsequian un pequeño caramelo, algo sencillo se vuelve un tesoro en los ojos de los niños, eso muchas veces lo perdemos cuando llegamos a la edad adulta, pero no del todo, porque cambiamos el recibir el dulce de nuestros padres por la ayuda de un desconocido en la calle, ahí vuelve la sonrisa de cuando éramos niños.

Los medios de comunicación se han encargado de engrandecer la espectacularidad, olvidando el valor de la sencillez, olvidando el valor de unos padres que se esfuerzan cada día en su trabajo para poder llevar comida a su casa, el valor del talachero que nos repara el neumático ponchado cuando vamos tarde a nuestros destinos, el valor de aquel alumno que saca calificación excelente en el examen que había desanimado hasta al mismo profesor.

Nos acostumbramos a lo espectacular y nos hace pensar que lo espectacular es lo común, y lo común lo traducimos como sin valor. Los billetes de mil pesos son espectaculares y raros de ver, pero también son difíciles de utilizar en el día a día, mientras que aquellos billetes de cincuenta pesos son comunes, pero veinte de ellos hacen lo mismo que el de mil pesos y son muy útiles y fáciles de utilizar.

Así funciona la vida y así funciona la percepción de las personas, llegamos al momento en el que creemos que los billetes de mil pesos son los más comunes y ahora queremos algo que no existe, queremos ver cosas enormes, triunfos gigantescos, olvidamos que para la mayoría de las personas es un triunfo que la quincena les alcance hasta que nuevamente llega su salario.

Bromeamos con el valor de las cosas, bromeamos porque no conocemos su verdadero valor, porque muchas veces lo hacemos desde lo alto de nuestra realidad, olvidando que la realidad de la mayoría es mucho peor que la nuestra, y que aquello que menospreciamos cada instante puede ser la vida para alguien más, muy probablemente para muchas personas más.

Ánimo, la minoría es quien va a las galas y a las alfombras rojas, el impacto que el mundo necesita no está en ellos, está en la gran mayoría de personas a quienes puedas ayudar y que son mucho más silenciosas.

Ánimo, todo aquello en lo que estás trabajando vale la pena que lo sigas haciendo, si encontraste algún obstáculo detente unos momentos, respira, analiza qué puedes hacer con ese obstáculo y sigue adelante, en mi caso, tardé un año y medio en retomar este proyecto que me llena tanto, pues ánimo, tú también puedes hacerlo, un descanso solo es un descanso cuando tu trabajo lo terminas retomando.

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